Crisis del peso en México

La crisis de la balanza de pagos de 1982 en México siguió a 12 años de políticas macroeconómicas populistas, caracterizadas por grandes déficits fiscales, estrictas restricciones a las prerrogativas del capital extranjero y una amplia expansión del papel del Estado en la economía. Esta crisis de 1994 siguió a 12 años de aceleración creciente orientada al mercado. Sin embargo, a pesar de los vastos cambios en el orden económico de México, el colapso dejó México con niveles mucho más altos de público extranjero.


 Las reformas fracasaron, al parecer, tanto para evitar otro colapso de la moneda como para aislar las finanzas públicas del shock.

Irónicamente, muchas de las reformas de mediados de los años ochenta estaban destinadas precisamente a evitar otra fuerte acumulación de deuda pública como la que sufrió México a principios de esa década. De hecho, la lección más destacada de la crisis de la deuda se refería al riesgo inherente de realizar finanzas internacionales en la cuenta pública: con aproximadamente dos tercios de la deuda externa de la economía, el gobierno mexicano se encontró de repente en una cinta de devaluación y finanzas inflacionarias, desastrosamente expuesto al riesgo cambiario, cuando los precios del petróleo cayeron y los intereses crecieron tasas alcanzadas en 1981-1982. La escasez de divisas agotó las reservas oficiales y devaluaciones forzadas, que solo aumentaron los requisitos de ingresos en pesos para el servicio de la deuda y exacerbaron el déficit fiscal. Pasar al financiamiento inflacionario forzó más devaluaciones y diezmó la demanda de activos denominados en pesos.


Luego de otra crisis en 1986, México inició en serio una serie de reformas, diseñadas con los objetivos macroeconómicos complementarios de reducir el nivel de deuda pública (y la exposición de esa deuda al riesgo cambiario), y estabilizar el valor del peso y aislarlo de choques transitorios en las finanzas públicas.


Las reformas aplicadas al sistema financiero nacional trajeron consigo objetivos en conflicto directo.

1. La oleada de capitales que engendraron las reformas presentó al Banco de México con un dilema: mientras que la monetización de la entrada de capitales corría el riesgo de inflación y sobrevaloración, la esterilización (en defensa de la estabilidad de precios) agravó la crisis de solvencia en el sistema bancario nacional. El pasivo contingente que esto suponía para el banco central amenazó el objetivo de la deuda. El Banco de México, ahora castigado por esterilizar salidas de capital en la primavera de 1995, al menos parece haber comprendido que se enfrentaba a un dilema. Si bien el esfuerzo por montar a horcajadas sobre los cuernos fracasó, eso difícilmente puede caracterizarse como un error.




Finanzas públicas y extranjeras: la experiencia de México

A medida que la crisis de la deuda persistió durante la década de los 1980s, evolucionó la estrategia mexicana de privatizar e internacionalizar el riesgo cambiario. Los componentes esenciales de esta estrategia incluyeron: reducir la exposición absoluta del gobierno reduciendo la deuda pública y convirtiéndola a denominaciones en dólares; estableciendo la institucionalidad para intermediación financiera privada; y diversificar las exportaciones para eliminar los cuellos de botella de las divisas derivadas de las fluctuaciones del precio del petróleo.

La exposición absoluta del gobierno se redujo rápidamente mediante reformas fiscales y fiscales y la privatización, que redujeron el requisito de endeudamiento del sector público del 16% del PIB en 1988 a un ligero superávit a partir de 1991. La deuda pública neta general se redujo del 81% del PIB en 1986 a sólo el 24 por ciento para 1993. El alivio de la deuda negociado a partir de 1989 y un esfuerzo consciente para convertir los pasivos denominados en dólares a pesos redujeron la exposición del público al riesgo de tipo de cambio directo aún más dramáticamente.

La privatización bancaria en 1991 fue sólo la más visible de una serie de reformas destinadas a establecer instituciones de intermediación financiera privada que aislaran las finanzas públicas del riesgo económico rutinario. En 1987, se reescribieron las leyes fiscales para permitir la deducción de solo la parte real de los pagos de intereses, eliminando así el tratamiento preferencial de la financiación mediante deuda frente a la financiación mediante acciones en un entorno infiacionario. Esta reforma clave dio un enorme impulso al mercado de valores, que anteriormente había ocupado un nicho insignificante en las finanzas mexicanas. Mientras tanto, el capital extranjero fue cada vez más bienvenido en forma de inversión extranjera directa o entradas a los mercados de valores de México. Las regulaciones que rigen los derechos del capital extranjero (derivadas de la Ley de Promoción de la Inversión Mexicana y Regulación de la Inversión Extranjera de 1973) se aplicaron con cada vez menos rigor durante la década de 1980, hasta que finalmente las disposiciones del TLCAN que protegen al capital extranjero extendieron formalmente estas prerrogativas.

Por último, los esfuerzos concertados de México para abrir el comercio y diversificar las exportaciones redujeron los ingresos de petróleo crudo como porcentaje de las exportaciones totales de casi el 70 por ciento en 1987 a sólo el 15 por ciento en 1995, un gran paso hacia la reducción del riesgo fiscal y cambiario.


Estamos ante una devaluación del peso

Recuperado de:

Kildegaard, A. (1997). Foreign Finance and the Collapse of the Mexican Peso. Journal of Economic Issues (Association for Evolutionary Economics)31(4), 951–967. https://doi-org.proxydgb.buap.mx/10.1080/00213624.1997.11505986

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